
Según el decálogo del perfecto cuentista de Horacio Quiroga, uno nunca debe escribir bajo la influencia de una inspiración temporal, muy por el contrario, uno debe ser capaz de llamar a la musa en cualquier momento y sobre todo a voluntad, parafraseo porque no recuerdo con completa exactitud lo que el autor decía, y francamente, no estoy dado a salir corriendo a buscar el libro donde lo leí, comparto con ustedes este punto, puesto que me ha hecho pensar acerca de cuantas veces hacemos cosas, necesitando por completo de alguna ayuda inspiracional para llevar algo a cabo... por supuesto yo soy la víctima número uno de este mal (por así decirlo).
Si, soy capaz de llevar una rutina, no perfectamente, pero puedo llevarla; despertarme a cierta hora, desempeñar ciertas funciones y tratar de no traicionarme en el proceso... pero muchas veces me encuentro ante la necesidad de algo que me inspire para hacer lo que debo, y esto ha representado una gran traba en mi vida, me ha hecho perder dinero, amigos y muchas oportunidades, siendo honesto, hay veces que espero que el cielo se abra para darme una señal, y pues... simplemente no pasa.
Sí, soy lento, no llevo prisa, pero tal vez es sólo la comodidad la que habla, pero lo que si es innegable, es que en esta vida el llevarla lento me ha traido muchas cosas buenas, por tan sólo ennumerar algunas, me ha llevado a la fotografía, a tener un ojo educado y sorprendido, a mis mejores amigos y a torrentes casi interminables de risas, eso si, me ha llevado a enormes incongruencias entre mis actos y mis palabras, a discusiones conmigo mismo, a insatisfacción e ira, como tal vez a la más grande incertidumbre del siguiente paso, pero eso si, hay muchas cosas de las que antes dudaba y hoy estoy seguro.
Tengo la completa certeza de ser ateo, aunque hay días en los que la incertidumbre personal me da ganas de no serlo, amo la fotografía por encima de muchas cosas, aunque la flojera no me ayuda mucho, detesto el pescado como una bisabuela solía hacerlo, me encanta hacer ejercicio, aunque esté sólo sea con los pulgares, adoro el cine, la música y las letras, me fascinan las risas de los niños, cocinar una buena pasta, hornear pan, oler un buen perfume y las rosas al lado del camino... detesto tantas, pero tantas cosas que quisiera poder llamar a la musa en cualquier situación y a voluntad, pero soy voluble, la vida pasa de lado y quedo como un ciego esperando la mano amiga que me cruce al otro lado.