
Venía María a verme, muy buena mujer de buenas caderas y generosos pechos, yo gozaba de alimentarme de alimañnas, hasta que su glorioso cuerpo se acercó al mío y dijo susurrando a mi oído... "ÉPICO", no supe bien como reaccionar, no supe si era el hambre o el hecho de que sólo tengo un oido, sea como sea, me mantuve estático y meditativo, y le dije, bien, si bien estás buena y no me malentiendas, buenísima, cuantos años han de pasar para yo estar contigo, al cabo de un rato... desapareció.
No hay comentarios:
Publicar un comentario