viernes, 22 de mayo de 2009

Una rareza entre las rarezas... bienvenidos a una entrada de texto...

El decálogo de mis horas marca fechas imprecisas con respecto a mi destino, me detengo un instante y comienzo a meditar, si lo sé, a veces es más bonito pasar por mi blog y decir, "interesante imagen", pero el día de hoy suplico a su persona detenerse y pensar "a ver que mamada dice". Sin más relleno para algo kilométrico, aquí me tienen.

El verso de un cisne reza "El amigo mejor, teme lo peor", sin complicaciones ni substancia referente pasamos la vida mirando de lado, todo lo que el paisaje sólía pasar y andando pasando los pasados nos damos cuenta, rendidos, abatidos y un tanto frustrados, que ya no está, cierto para las personas, cierto para las cosas, revolvemos la caja de nuestra cabeza hasta que todos los juguetes se han desperdigado, para encontrar al fondo, un terrible dulce con sabor achampiñonado, pútrido y malforme.
Pero esta vez no es un corazón, no no, corazones pútridos son juguetes que se han de tirar a la basura, esta vez hablo de algo que no debería de perderse entre los papeles de una gran habilidad, el olvido, pero así como son fugaces nuestras memorias, tristemente también lo son nuestros conocimientos, tanto que leímos tanto que estudiamos y sin embargo, al paso de los años afortunados somos si acaso logramos recordar el título del primer libro que leímos por completo (Juanito y su manzana) y sin embargo, puesto desde los ojos del recuerdo, abrimos el libro de antaño y sus páginas están en blanco.
La memoria está siempre en la balanza, y quien diría como irónico, que muchos años al pasar recuerdo con total lucides cuando se destrozó mi corazón, y no recuerdo por lo menos un capítulo de "la insoportable levedad del ser".
Siendo así, o en base a esta metáfora, me percato de todo lo que se pierde en un recuerdo, me admiro de la cantidad de detalles que tiene un sólo segundo de imagen, toda la cantidad de información que en presencia o ausencia de su referente se genera, y pierdo, pierdes, perdemos, todo recuerdo de lo que hemos vivido, he reflexionado acerca del tiempo muerto y es fascinante para mi persona lo que encuentro, mientras más y más me intereso por la divulgación científica, cada átomo toma sentido y magnitud colosal, mientras más se conoce más uno se admira por las cosas... y aquí es donde viene mi preocupación.
Ahora que conozco lo que conozco, y ahora que lo amo como nunca lo había hecho... no encuentro como protegerlo de su irredimible olvido, el redescubrimiento suena chido... pero el tiempo marcado en nuestro calendario, nuestro 31 de diciembre, es muy poco, suponiendo llegar a los 70, tan sólo tendríamos 25 550 días de vida, nunca llegaré a los 100,000 libros leidos, no tengo tiempo, con suerte llegaré a los 10,000 libros y eso me es tan frustrante, de niño soñaba con visitar las bibliotecas del mundo y acabar con todos sus libros (no quemarlos, leerlos), pero apenas y en toda mi vida acabaría con un par de libreros, y para mal de males, no seré capaz de recordar con precisión absoluta todo lo contenido en ellos; me conformaría con recordar un resumen bien estructurado de todo lo que leo, aunque fuera un pequeño resumen.
Amo la fotografía porque me ayuda a recordar con detalle, me recuerda lo que amo y jamás quiero perder, me recuerda lo que odio, me recuerda a mi, me recuerda que existo, y eso, es facil de olvidar.

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