domingo, 24 de mayo de 2009

Arrojando flores a un cadaver...


Cuando la escuela sabatina gustaba de cerrar las puertas, era yo quien conservaba los asientos de mis ancestros, frente a la escuela, besando a mi novia imaginaria, pensando y esperando que todos los demás notaran que no estaba solo, triste mi desepción al darme cuenta, y sobre todo ante el ojo cruel del espejo, que todo lo creido era imaginario y lo imaginario pasa como los años.
El desencanto cruel de los amores virtuales me dejó desconcertado, pasando de los amigos imaginarios a las novias mentales, mismas que gustaban vestir "chaqueta"cuando el debraye lo permitía, juraba y gritaba, amor eterno a quien me dejaba, pensaba, que cada beso dado al aire, era un beso que cachaba la luna con su sensual mejilla (la luna de mi imaginación, algo más elfos del "señor de los anillos").
Ayer por la tarde lo decidí al fin, que no bastaba sentir amor por lo etéreo y necesitaba de un amor más "hetero", mi mente preparó las circumstancias sobre las cuales, mi amada habría de sufrir una trágica muerte, cayó de su mula mientras atravezaba el gran cañón, su cuerpo fue destrozado por infinitas rocas hasta llegar al mar, donde las frías aguas consolaban su maltrecha carne, para que días despues, marineros la encontraran y la llevaran hasta mi habitación, donde mis peluches y yo la velamos por una noche y otra más, maldije a "dios" hasta que el llanto y el cansancio me llevaron a dormir, la enterramos ayer por la mañana, atrás, en mi jardín, donde una tríbu de gusanos prometieron, cuidarla desde su interior.
Desperté con nostalgia el día de hoy, fuí a un panteón, donde pasaba a visitar, una tumba genérica, para arrojar, un ramo de rosas rojas compradas en cualquier lugar, le dije al aire "te amo", "te extraño" y "no puedo esperar para estar a tu lado", pasando y superando tantísimo ritual, aliviado de mi pena, salí de tal lugar, pensando dejar el luto para quien lo pudiera necesitar, las luces fuertes de la mañana, los olores de las flores, me dejaron totalmente ciego hormigas curiosas exploraban toda mi piel, mis músculos se relajaron para hacerme desmayar, sobre el suave concreto para despertar, varias horas más tarde en el hospital.

- Hijo no te voy a mentir, reventó un tumor en tu cerebro y eso te va a matar-.

- No es un tumor - le dije al doctor - Ella tiene nombre y me espera en otro lugar-.

Mis padres derramaban sendas lágrimas al compás de mi hablar, era un milagro que estuviera vivo, pero tal cosa no iba a durar.

La moraleja amigos, es algo que no se puede cambiar, si entierras a tu pasado, él o ella te enterrará, por las buenas o las malas, ¡te va a matar!, las metáforas literales nunca son de fiar.

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